ELOCUENTES PEPITAS DE MANZANA
- MARINA GURRUCHAGA
- 12 jul 2019
- 1 Min. de lectura
Las formas de adivinación entre las poblaciones antiguas de Cantabria eran variadas: la dirección del vuelo de los pájaros, los cantos de cárabos y lechuzas... . Una forma que no conocía, y común a otros pueblos indoeuropeos, como he podido comprobar, es la utilización de las semillas de las manzanas. Según Jesús García Preciado (Cuentos de la Tradición Oral. Relatos Mitológicos y Creencias Mágicas II, p. 61), era costumbre arrojar al fuego éstas últimas, "por cada persona que estaba lejos. Si estaba vivo, saltaba la pepita en el llar". En otros lugares de la Céltica, estas semillas se consultaban para predecir correspondencias amorosas; incluso la peladura de la manzana se conservaba entera y, arrojándola al suelo, también permitía adivinar si el objeto de los desvelos amatorios era adecuado o no. La manzana era un símbolo de eternidad, y como tal, recogía las variaciones en la continuidad de los estados vitales.

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