El folklore y la tradición oral vienen siendo una fuente rica en noticias arqueológicas. La pervivencia del recuerdo antiguos rituales o de lugares señalados para la comunidad, se preserva envuelto en mitos, cuentos, historias y transcripciones más acomodadas a las mentalidades coetáneas; sin embargo para un oído atento pueden ser, como decimos, un libro abierto en el que rastrear lugares y noticias del pasado remoto.
En la recopilación de Jesús García Preciado, Cantabria. Cuentos de la tradición oral, concretamente en el tomo IV -Relatos mitológicos y creencias mágicas-, el cuento "La campana de oro", dice así: "Allí, cerca de Hurdón, en un sitio que llaman Las Ahileras -que está subiendo para Tresviso a mano izquierda, según se entra por la ribera del río-, nos contaba que allí había una campana de oro. Y que estaba justo donde, a las doce del día, le entraba por un risquiezu, el sol".
En este breve cuento podemos observar una serie de elementos significativos:
como siempre, el elemento maravilloso o vinculado al trasmundo queda evidenciado por el material aurífero, de claras resonancias célticas;
la zona mencionada, Las Ahileras, se encuentra a la izquierda del río, y es una subida de gran potencia, salpicada de cantiles y cuevas, lugares éstos últimos característicos para depósitos funerarios y votivos; parece que el lugar de deposición de la campana era en este sentido una gruta u oquedad, dado que se habla de un "risquiezu" o apertura angosta por la que penetraba la luz exterior;
podríamos estar, en este sentido, ante el recuerdo de algún depósito vinculado a los primeros momentos del cristianismo en la zona (depósitos en cueva de elementos del ajuar eclesiástico, escondidos en circunstancias de inseguridad), si bien la mención de la entrada de la luz en la cueva en su cénit diario nos rescribiría más bien a alguna práctica arqueoastronómica vinculada a rituales de raigambre céltica.