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  • MARINA GURRUCHAGA

LA ISLA DE SANTA MARINA EN LA COSTA DE SANTANDER: UN ESPACIO RITUAL CRISTIANIZADO

Actualizado: 27 oct 2019

La Isla (en el s. XV península) de Santa Marina de Don Ponce en el acceso cantábrico a la Bahía de Santander, registró la presencia, hasta 1407, de una ermita dedicada a la santa conocida como Santa Marina (Mariña en la denominación gallega de la misma advocación); desde aquel año y hasta 1419, por cese de la presencia de los frailes jerónimos y la anexión posterior de su establecimiento al primer monasterio de la misma orden en Santa Catalina de Monte Corbán, en lugar de la ermita se erigió un convento, que subsistió brevemente, como decimos, gracias a las rentas donadas al monasterio por el obispo Juan Cabeza de Vaca; rentas escasas y que significaron el final de su independencia y presencia en dicha isla, más quizás por esta razón que por causa de la inhabilitabilidad de la misma, argumento frecuentemente expuesto como la explicación de la clausura del convento.

Pero me interesa mucho más la existencia, previa a la fundación jerónima, de dicha ermita dedicada a la Santa, de la que por lo que conozco, no quedan trazas visibles. Se ha hablado mucho de la significación del culto en todo el norte peninsular (Vid. el magnífico estudio de I. Barandela Rivero y J.M. Lorenzo Rodríguez, "El culto a Santa Mariña en el Norte de la Península Ibérica y sus conexiones con la Europa Atlántica") a una santa que no tiene apoyatura histórica real y que aparece con diversos nombres (Mariña-Marina-Margarita-Reine-Pelagia-Liberata-etc.) en las hagiografías más o menos fantasiosas de toda la Edad Media y la Edad Moderna, hasta la racionalización y limpieza que los Bolandistas realizaron desde el s. XIX de todos los cronicones, leyendas y noticias previas.

Marina-Mariña, asociada en su componente popular a las Mouras, Annas, Sirénidas, Xanas, Aureannas, Donas, Lamias..., y otros arquetipos acuáticos, vinculados también a la fertilidad, el auxilio en los partos, y la soberanía-construcción mitológica de las estirpes nobiliarias desde el Renacimiento (en la línea de la Melusina de la casa de Lusignan), esta santa y su adoración en la isla del mismo nombre, a la entrada de nuestra bahía, pudo vincularse primitivamente a la veneración de dicha deidad de raigambre céltica. No deja de ser interesante la leyenda de la isla Sena, frente a Bretaña, habitada por nueve doncellas marinas que pronosticaban el tiempo a los navegantes, y aún mucho más otra tradición, recogida en la Ora Marítima de Avieno, que afirma la existencia de un templo a la Venus Marítima (o sea, Marina-Mariña) en la costa cántabra, que habría sido cristianizado posteriormente bajo la advocación a Santa Marina. En la Edad del Hierro el nivel del mar era equivalente al actual, por lo que Santa Marina se configuraría como isla y no península. Yo ahí lo dejo...




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