


En el año 1995 conocí por vez primera el enclave hoy descrito, al borde de la Ría de Suances, junto a la casa denominada "del buzo". En aquella ocasión pude rescatar, directamente de un talud de tierra junto al camino que bordeaba el área, una serie de fragmentos cerámicos datables (según un experto entonces me comentó) probablemente en época romana, a juzgar por su forma, perfiles y aspecto. Junto a este talud, en la Ría, a medias descubierta sobre el lodo y bajo el agua, a escasa profundidad, se encontraba una vita de piedra de factura también muy antigua que hoy, tras las obras de acondicionamiento de la zona para realizar un carril-bici, junto a otra han sido alzadas y colocadas precisamente al borde de dicho camino junto a la casa citada (aunque sigue habiendo otra aún en la orilla, que aparece en la fotografía). Precisamente el amable dueño de la casa, descendiente del buzo mencionado (su abuelo), nos comentó a A. Ocejo y a mí, durante esta visita reciente, que en los cantiles de piedra que bordean a manera de acantilados naturales todo este sector, concretamente en el tramo más cercano a su casa, existía un manantial de agua dulce, adosado a una cueva que hacía las funciones de aljibe, el cual venía siendo utilizado desde tiempo inmemorial para realizar la aguada de los barcos que subían o bajaban por la ría, los cuales también en los últimos tiempos desalojaban lastres pétreos (se encuentran piedras graníticas, sílex y de otros tipos no propios del entorno geológico) en dicho fondeadero.
Nuestra hipótesis es, por lo tanto, que en este lugar existió un punto desde tiempos romanos de parada y aguada de los barcos vinculados a las instalaciones del Portus Blendium. Se da la circunstancia de que este enclave se encuentra además bien protegido de los vientos y la marea ascendente alcanza todavía, en ocasiones, a esta altura de la ría más de 5 m. de diferencia de nivel, lo que facilita el movimiento de las naves.
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