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LUG Y LAS SERPIENTES

  • MARINA GURRUCHAGA
  • 9 feb 2020
  • 1 Min. de lectura

Es relativamente frecuente encontrar en la iconografía románica (proponemos los ejemplos de San Andrés de Rioseco en Santiurde de Reinosa y Rebanal de las Llantas en Cervera de Pisuerga), al decir de las guías artísticas al uso como simbolización del pecado de lujuria, figuras de mujeres desnudas cuyos pechos son succionados por una pareja de serpientes que emergen de la zona inferior de la composición. Como ya tuvimos lugar de comentar en otra entrada reciente, esta vez a propósito de la reutilización de la imaginería de la diosa pancéltica Epona-Epane, durante el Románico (especiamente el más rural) es habitual actualizar tradiciones iconográficas de larga duración bajo el influjo o/y estética cristiana, para expresar conceptos del lenguaje simbólico y la ideología coetánea.

En este caso acudiríamos al también pancéltico Lug (nuestro Lucubo del ara de Peña Amaya), dios polivalente y, según la estela de St. Bertrand de Comminges, en el Alto Garona, hermafrodita: su falo es una serpiente que asciende y mama de los pechos. Es asimismo notable la relación entre Lug y la noción de soberanía en el mundo céltico, y entre ésta y la serpiente, vinculada también en el folklore de la Céltica a la leche (como tuve ocasión de exponer en mi artículo "La serpiente y el pastor...", vid. en https://funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=4492 ).




San Andrés de Rioseco





 
 
 

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