SAGRADAS VARAS DE AVELLANO
- MARINA GURRUCHAGA
- 23 jun 2019
- 1 Min. de lectura
La consideración como sagrado del avellano, árbol tan frecuente en los bosques y sotos del Norte de la Península, emerge constantemente tanto en la literatura pancéltica como, incluso, en las excavaciones arqueológicas. En el cuento "Juan Soldado", recogido por J. García Preciado en su recopilación de la tradición oral cántabra (Príncipes, Héroes y Gigantes, vol. I, p. 132), se recoge cómo, para curar a una enferma, Jesucristo y San Pedro (sic) hacen una lumbre, en las brasas trazan una cruz con una vara de avellano y, después de quemar (nuevamente sic) a la susodicha enferma en el fuego, ésta sale curada del mismo. Tal noticia indirecta del valor apotropaico de la madera del avellano queda reforzada cuando sabemos que, entre los ritos necrofóbicos efectuados en la cueva de Las Penas (Mortera de Piélagos), a finales del s. VII o comienzos del s. VIII, tras la deposición de los cadáveres en dicho lugar, se quemó madera de avellano, carbones posteriormente esparcidos por la sala sepulcral. Y en la literatura irlandesa, el avellano y su fruto sirven (Ciclo del Ulster) a Senbecc, nieto de Ebrecc, del síhde ("Senbecc... came from the plain of Segais seeking imbas -supernatural enlightenment- ... and he explained that he had come looking for the fruit of the nuts of a fair-bearing hazel"), para lograr la iluminación espiritual (KOCH, J.T., The Celtic Heroic Age, p. 67).

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