Recuerdo vuestra sociedad,
cuando yo cruzaba deprisa la sombrÃa corte
y todo estaba inmóvil
a pesar de las estaciones y los años, del viento estrepitoso y la infrecuente nieve.
Contemplo vuestra reunión, las ramas abrazadas, cercanos
pies brotando de una blanda y tierna madre tierra,
protegiendo a duras penas el silencio,
a vosotros, olvidados por los hombres tan cercanos.
Creo que deseariais escapar de esa matriz que moldeó
vuestras raÃces, abandonar
la blanca atalaya que finalmente es la razón
de una larga, muy secreta vida
sin palabras banales,
de la luz ésta, que no tiene un camino fácil
hasta morir.