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Epílogo un poema de Juan Francisco Quevedo

  • raminavictrix
  • 15 dic 2024
  • 1 Min. de lectura

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EPÍLOGO   

                                        

 

Desperté sobresaltado en la noche

agarrado a una sábana arrugada.

Abrí los ojos y no había nadie.

 

                                                   Ni yo mismo.

 

Me hallé perdido en medio de la nada.

Seguí las huellas de mis propios pasos

grabados en la inmensidad nevada.

Arropado en la extensa madrugada

por una luna aterida de frío

descubrí mi esqueleto congelado

ofrendado en sacrificio a la muerte.

 

Como ya hicieran mis antepasados.

 

Me fundí con aquellos huesos sin piel,

me acurruqué en cuclillas, me abrigué

y me preparé para morir en paz.

El hilo que me ligaba a la vida

se rompió y las viejas cuentas del collar

se desperdigaron entre la nieve.

 

 

Reposan junto al sedal del olvido.

 
 
 

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