Un poema de Efi Cubero abre nuestra nueva temporada
- raminavictrix
- 12 oct 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 feb

Heridas (Caravaggio)
Conoce bien el género que trata, vive
inmerso en los giros de la vida, en sus complejidades,
frente a la oscura trama, frente a las concesiones
ante los intereses codiciosos.
No se conforma sólo con lo bello, desea
que de igual forma la belleza y la fealdad respiren:
el bien y el mal tratados con la misma crudeza.
Con la misma pasión frente a la vida,
lucha y toma partido,
deja tal cual el mundo ante los ojos, el horror y el amor,
que cada cual se adentre sacando
así sus propias conclusiones.
Ni él es un moralista ni acaso lo desea
ni jamás lo pretende.
Fue forjado del polvo y de los lodos
que impregnan su andadura,
tan complicada; difícil seductor que ama la vida
y siempre nos sorprende y desconcierta.
Demuestra un gran respeto hacia la luz.
La luz de la creación, de lo creado, sin obviar lo terreno
de esa muerte que acecha y acompaña,
a la que reta
en pleno desafío, con la que no torea de salón,
a la que planta cara, reflexiona ante ella, como el amante
teme y la desea.
Hunde el tiempo en el barro, pone su mano
al fuego del instante; es intenso, brutal y delicado,
con la profunda complejidad viva del perfil doble
de este ser humano que alienta llamas,
prende la hojarasca,
respetando las brasas del íntimo rescoldo.
No mitifica nada.
Nada contra corriente. Sigue todos los vientos.
Ahonda en la sabia duda
de quienes le preceden. Vive. Lucha. Se entrega
con apasionamiento desmedido, haciendo estragos
rompe los esquemas, conscientemente lúcido,
midiendo cada acción de lo que intuye propio
entre sus personales convicciones, en la pasión
hacia este mundo adverso, creado por azar a su medida.
Fuerza y brutalidad,
y el amargo sentido de lo que es trascendente
en la luz contrastada que denuncia.
La oscuridad que acecha
se abre paso libre entre las sombras del único desvelo.
Es la luz cenital que nos descubre la magia del soporte,
el tacto reposado y la humildad de todo. Sus miserias:
la indiferencia ante el dolor ajeno, la dignidad valiente,
la carga humana de las decisiones, en las vacilaciones.
¿Qué fuerza o qué febril desasosiego le incita a pelear,
a herir y a que lo hieran?
Conoce los exilios, las cárceles del tiempo,
lo abyecto, lo sublime
y todo lo más bajo siempre es perpetuado,
envuelto en la belleza
igual que en la crueldad, en el misterio,
la ternura o el sueño
que protege y redime.
Una bárbara muerte lo salpica de vida.
La huella que desliza en la arena del mundo
un ser atormentado.
Irrepetible.







Comentarios